La ciruela y los palos
Por fin hemos podido disfrutar del regalo que nos hicieron nuestros amigos el año pasado. Se ha hecho esperar pero ha merecido realmente la pena.
La Botica de Matapozuelos es uno de los once restaurantes con una estrella Michelin en Castilla y León, además de tener dos soles Repsol. Su chef Miguel Ángel de la Cruz ha apostado por elementos de la zona de Tierra de Pinares, destacando el uso de hierbas y otros productos autóctonos como la piña verde y los piñones.
La bodega también hace honor al enclave del Restaurante dentro de la zona D. O. Rueda.
Empezamos por los aperitivos, espectaculares visualmente y realmente deliciosos:
-Palos: Era un trampantojo que consistía en dos grisines o palitos de pan con sabor a setas, servidos dentro de un atado de ramas. Era dificil distinguir cuáles eran los comestibles. Estaban acompañados de una crema de setas riquísima.
-La ciruela: Otro trampantojo con forma de fruta pero que realmente era un paté de cordero, acompañado de mermelada y diversas hierbas y flores. Lo tomamos con el pan, de fermentación larga como todo en ese sitio, uno normal y otro con aceitunas.
-Lomo de trucha enrollado relleno con una crema también de trucha. Buenísimo.
Lomo de trucha enrollado
-Corteza: Piel de cerdo con una ligera crema de coliflor y flores.
La corteza
-Piel de puerros, cocinados primero con manitas de ternera y luego fritos.
Piel de puerros
-Higos secos: Otro trampantojo que realmente nos sorprendió. Se trataba de una ligera masa de pan rellena de morcilla con el toque dulce el azúcar glas.
Higos secos
Los aperitivos estuvieron acompañados por un vino tipo Jerez pero de la zona, 61 dorado, de uva verdejo y palomino. Por lo que nos contaron, está más de un año fermentando en barricas de cristal al sol. Muy rico.
Seguimos con los platos principales. Primero Lechuga ahumada y licuada con bearnesa de judión de la granja y huevas de trucha. La mezcla de todos los elementos nos sorprendió y gustó, sobre todo el licuado y las huevas.
Lechuga ahumada y licuada con bearnesa
de judión de la granja y huevas de trucha
Continuamos con Ajo arriero de vegetales a partir de un vinagre de lenteja pardina. Preciosa la presentación y el caldo de ajo arriero con el vinagre de lenteja realmente rico.
Ajo arriero de vegetales a partir de un vinagre de lenteja pardina
Seguimos con otro plato muy interesante: Cebollas del terreno, con su tofe salado, trufa blanca de verano y un caldo de avellana y raíz de achicorias. Aquí nos dimos cuenta de que realmente dominan la preparación de jugos y caldos. El jefe de sala nos dijo que hacían cocciones muy prolongadas de hasta varios días con lo cual la concentración de sabores resulta increíble.
Cebollas del terreno, con su tofe salado, trufa blanca de verano
y un caldo de avellana y raíz de achicorias
Para terminar con los platos vegetales, Colmenilla a la crema y virutas de hígado de pato con un gel de vino pasificado. Un guiso espectacular, con mezcla de sabores. No queríamos que se terminara.
Todos estos platos estuvieron maridados con un vino blanco de La Seca y otro rosado procedente de Burgos, de sabor muy intenso, nada que ver con los de Cigales.
Colmenilla a la crema y virutas de hígado de pato
con un gel de vino pasificado
El plato de carne consistió en un Rulo de cordero relleno con una crema también de cordero, con velo de leche de oveja y hierbas galactófugas, y crema
untuosa de piñas verdes de pino. Con ralladura de la propia piña verde que le daba un sabor a campo delicioso. Otro acierto.
Estuvo acompañado de un vino tinto de la Tierra de Castilla y León, Las norias.
Rulo de cordero, con un velo de leche de oveja y hierbas galactofugas,
con crema
untuosa de piñas verdes de pino.
Después de todo esto, nos presentaron una tabla de quesos a su manera, muy elaborada, con un montón de preparaciones: crema de queso de cabra sobre su galleta, buñuelo de queso azul, helado de corte y cono con crema y polvo de cecina. Buenísimas todas.
Tabla de quesos
A continuación tomamos un sorbete de frutos rojos, muy refrescante, pero quizá el plato menos sorprendente de la cena.
Sorbete de frutos rojos y labiadas
El plato central del postre fue una crema de Algarroba y piñones, con diferentes texturas. Los piñones eran un trampantojo pues en realidad estaban hechos de pasta de galleta. Muy rico el conjunto.
El postre lo acompañamos con un vino de uva Pedro Ximénez, Martín Verástegui, también de Valladolid, aunque menos dulce que los vinos de esa uva que conocemos. Riquísimo.
Algarroba y piñones
Y finalizamos la cena con unos dulces para acompañar el café: Crema tostada de leche, macarons, mazapán en forma de setas y chocolates.
Dulces para el café
En definitiva, una experiencia maravillosa que repetiríamos sin duda. Esperamos que nuestros amigos sigan siendo tan generosos en el futuro.
De regreso descubrimos en la radio este grupo procedente de Albacete. Habrá que seguirlos.
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