Cardo con Salsa de cacahuetes (Sonando Ilegales y Loquillo)
Pues contra todo pronóstico me van a dejar poner otra receta. Hoy le toca el turno a una de las hortalizas incomprensiblemente menos populares de nuestra despensa vegetal. De hecho, me he quedado con ganas de titular esta entrada con el viejuno título de "El cardo: ese gran desconocido".
El cardo es una hortaliza poco calórica con alto contenido de agua y fibra, típica de los países de la cuenca mediterránea. Ya conocida en la antigua Roma, en el siglo XVI saltó el charco en el zurrón de algún conquistador muerto de hambre y actualmente es muy popular en Argentina, donde según la leyenda fue recibida con un "qué bueno que viniste". A partir del siglo XIX decayó su consumo aunque su presencia siempre se mantuvo en Navarra y La Rioja.
Típica del invierno (Después de Todos los Santos siembra trigo y coge cardos) estaba muy presente en la cocina navideña. Recuerdo a mi madre echando pestes porque, al parecer, en la operación de pelado te dejabas uñas y nudillos. Actualmente se vende congelado y en conserva así que nos ahorraremos ese vía crucis.
Nunca lo probé de niño, pero ya en la edad provecta vi la luz y ahora lo disfruto y defiendo con el entusiasmo fanático del converso. Vamos allá que me eternizo.
Ingredientes (para 3-4 personas):
-2 botes de cardo en conserva -2 puñados generosos de cacahuetes pelados tostados (mejor sin sal)
-3-4 dientes de ajo
-2 cucharadas de harina de maiz o en su defecto de harina corriente y moliente
-1 vaso de leche entera (yo usé semidesnatada que era la que estaba empezada)
-Sal y pimienta al gusto
-Una pizca de salsa sriracha (con una guindilla también nos podría valer)
-Aceite de oliva virgen extra
Perpetración:
Molemos los cacahuetes con ganas pero sin llegarlos a convertir en harina para conservar la sensación de tropezón. Reservamos.
En un chorrazo de aceite doramos los ajos, previamente troceados en láminas, para aromatizar. Tras ello puedes sacarlos o dejarlos; yo soy más partidario de lo segundo porque me gusta el ajo y creo en sus virtudes potenciadoras de algunos órganos masculinos.
Añadimos la harina de maiz y meneamos el mejunje un rato para quitar el sabor de harina cruda. El engrudo tiene que quedar finito.
Es el turno de los cacahuetes molidos que inegramos homogéneamente.
Vertemos cuidadosamente la leche (mejor si la hemos templado previamente) hasta que quede una salsa cremosa. Si resultara excesivamente espesa la podemos aligerar con un poco del agua de conserva.
Salpimentamos y añadimos una presencia de salsa sriracha (si pusiéramos guindilla habría que añadirla junto a los ajos)
Escurrimos el cardo y lo echamos al caldero. Lo dejamos a fuego suave cinco minutos y lo removemos suavemente meneando la cazuela, como si hiciéramos un pil pil. para que no se nos rompan los trozos.
Presentación:
Hay que darle un poco de vidilla cromática al emplatado porque el color blanco roto resultante es desvaído y sosete. La foto que veis no es la casaca de un húsar sino el plato de cardo decorado con nueces de macadamia que pasaron la tarde enterradas en pimentón de la Vera. El toque final es una mezcla de perejil y condimento de la alegría (y no, no se fuma).
Música maestro:
Y para que el disfrute sea aún más multisensorial aquí queda un rocanrol clásico interpretado por dos sexagenarios imprescindibles en el rock hispano: Jorge Martínez y José María Sanz o, lo que es los mismo, Jorge Ilegal y Loquillo.
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